Crítica «El Árbol de Hiroshima» de David Barbero en Blog político – literario
-Ayer estuve viendo una joyita teatral en la sala de ensayos de la compañía experimental Kabía. El título es ‘El árbol de Hiroshima’.
-Destacaré inicialmente lo que tiene de ritual eso de que el director reúna a los espectadores en el hall y les informe de lo que van a ver. Es como si un gran chef te explica lo que te ha preparado y después te descubre el plato.
-También impone esa parte del ritual de quitarse los zapatos y entrar en una sala que habitualmente no recibe espectadores. Unos deben colocarse en sillas improvisadas y otros sentarse en el suelo.
-Pero íbamos a que ‘El árbol de Hiroshima’ era una joyita. Quizá como una delicatesen, pequeñita pero condimentada con mil especias, que se va deshaciendo en la boca y te deja todos su sabores. Incluso contagia a los otros sentidos con olores y placeres variados.
-Dura sólo 15 minutos. Pero no necesita más. La historia está completa en ese tiempo. Y no es una historia resumida. Ni sintetizada. Tiene todos los elementos. Los personajes están definidos. Hay situación. Existe conflicto. El clímax aparece en su momento. Hasta da tiempo para una vuelta de tuerca final, en forma de la simbólica flor a la que aludo en el título.
-También existe una exquisita labor de ‘escritura’, una dirección detallista, elección de los elementos del escenario, iluminación, vestuario. Existe una interpretación actoral muy medida y con fuerza. La intervención musical es para guardarla en la memoria.
-Hay quien dice que escribir un cuento exige mucha más precisión, estilo, reflexión y madurez que lanzarse a una novela de mil páginas. En pocas líneas, se pueden decir más cosas. O por lo menos, mejores y mejor dichas.
-Eso mismo se puede afirmar de ‘El árbol de Hiroshima’.